domingo, mayo 27, 2007

No te pares frente a mi

Me dijo: 'no te pares frente a mi, con esa mirada tan hiriente'. Sabía que de algún lugar me sonaba esa frase. Eso no era de él, no era original. Una vez más sacaba frases de temas y películas y los convertía en despecho propio. Una drama queen de catálogo. Lloraba, con la cabeza baja. Lloraba como lloran los que se preocupan porque la lágrima caiga justo en la frase más dramática. Lloraba como los que desean verse llorar frente a un espejo. Imposible alcanzar remotamente cualquier tipo de sinceridad y algo genuino en su alma. Quién utiliza a ésta altura un pañuelo de tela simil seda para secarse la cara? Quién lo guarda en su bolsillo esperando la ocasión justa? Quién prepara el tema de ruptura y lo deja en 'repeat track' en su winamp v5.21?

Me sentí patético por su propio patetismo. Sólo le falta bailarme la danza de la ruptura. Estudiar actuación desde los 13 puede arruinarle el cerebro a cualquiera, lo sé. El actor es una persona muy particular, pero con suerte el avance del 3D nos librará de todos ellos. Estoy seguro que todo lo que me dijo es parte del papel que está preparando para la audición de la nueva comedia musical. Sino es inentendible las referencias al nazismo y la decadencia europea de la pre-guerra. Y yo lo escuchaba intentando palabra a palabra encontrar algo de verdad. 'Estrechez de corazón', ese era el tema. Lo escuché en una plop tiempo despúes. El día siguiente a ese monólogo me paso la invitación para ir a ver la muestra anual que hace con su grupo de teatro. Ahí volvió a usar el pañuelo de seda y yo pagué 15 pesos para verlo. Con fracaso tatuado en su frente, con pasos de mujer en cuerpo de hombre, dejaba el escenario y volvia a entrar imperceptible para las musas de ese arte.

En la fila siguiente a la mía, un chico de pelos revueltos y anteojos intentaba leer un libro en plena función. Nos cruzamos luego en el baño y luego tomamos juntos algo en el bar de al lado. Escritor. Atribulado. Apesadumbrado. Una visión de la vida tan pesimista como adolescente. Me cautivó con su inocencia. Y a los pocos meses nos seguíamos pasando libros en la cama. Cuanta poesía. Sobre todo de la chica esa que se suicido. No me sale el nombre... Alejandra P. Las recitaba parado en la cama los domingos a la mañana, con el sol pegándole en el cuerpo blanco y desgarbado. A los meses me escribió una carta de 82Kb, que impresa eran alrededor de 27 páginas, en dónde me explicaba las diferentes razones por las que ya no quería compartir sus libros conmigo. En las primeras cinco cortaba la relación. Para la carilla 15 volvía a amarme, y se arrepentía en la 23. Pobre.

Busco alguien de oficio noble ahora. Pintor, brocha gorda, quizá carpintero y porque no un docente. Eso me gustaría. Docente como mamá. Ya conozco sus problemas y he aprendido a escucharlos sin prestarles atención.